Todo verde

Y es que contigo, todo era distinto, puro y tranquilo, pacífico y natural. Contigo, la vida era era sentarnos a ver el efecto del tiempo, apreciar el pasar de los segundos y la lenta llegada de la fresca brisa acompañada de nostalgia.

Podías hablar por horas y yo te escucharía, mi cerebro guardaría cada palabra que saliera de tu boca y tiempo después trataría de recordar todo lo que antes me has dicho. Como un café al despertar, como el pequeño rayo de sol que entra por la ventana, como esa ligera brisa fresca que vuela las cortinas de la cocina, esa pequeña gota de agua que alerta de la próxima llovizna, como un beso fugaz, rápido y pasional, como un baile a la luz de velas con vino de por medio. Eso eras, tan tú, tan diferente, tan honesto…

Fuiste el primer capítulo de esta historia, lo escribiste con tinta para que no pudiera borrarlo, lo planeaste con lápiz para poder corregir lo errores que jamás conocí, lo tatuaste en mi vida porque solo así podrías existir por siempre en mi, ese primer capítulo lo fue todo y nada, como nosotros, tan fugaces, tan felices. El primer capítulo, la primera impresión, tu primera sonrisa provocada por mí, el primer beso, la primer mirada, todo fue maravilloso porque eras tú, porque era a tu lado.

Duele decir que no duró mucho, que esa lenta brisa llegó más rápido de lo esperado, que los segundos se convirtieron en minutos y ellos en horas en un abrir y cerrar de ojos. Duele decir que esas primeras veces fueron solo eso, no avanzaron, no se convirtieron en una segunda vez y todo lo que vivimos se esfumó tan rápido como llegó.

La luz del día se desvaneció y con ella tu sonrisa, la brisa cesó llevándose consigo nuestros recuerdos, la lluvia se acabó y con ella, la tinta con la que escribíamos nuestra historia, la vida continuó y nos convertimos en la primera vez del otro, ni más ni menos, solo un recuerdo de lo que fue y de lo que no será más.

Contigo, la vida era verde, tranquilo y pasional, sin tí la vida se ha vuelto una gama de colores que no puedo expresar.